Lo que enseñas pero tú no ves

Vemos que, ante un mismo hecho -un niño llama “fea” a una señora-, cada uno de los presentes puede sentir una emoción diferente: la aludida puede sentirse enfadada, la madre del niño puede sentir vergüenza y al chico que está sentado al lado puede parecerle divertido. Los tres tienen reacciones muy diferentes. ¿Significa eso que se sienten de manera diferente? ¡Por supuesto! Y ¿de dónde surge esa manera diferente de sentirse?, ¿son decisiones conscientes?. En buena medida, no.

Sentir emociones es algo aparentemente automático, algo inconsciente que sucede de repente, que no se piensa, sino que se produce independientemente de nuestra voluntad. Ser emocionalmente inteligentes consiste en hacer consciente este proceso que, a primera vista y falto de entrenamiento, parece fortuito y ajeno a nuestro control.

¿Decides tú lo que sientes?. Lo que te da rabia, lo que te pone triste, lo que te alegra… ¿de dónde surge?. ¿Por qué a unos les pone alegre que llegue el fin de semana y a otros les da tres patadas en el estómago?

Las emociones, cuando aún no se ha reflexionado sobre ellas, son como puertas abiertas que nos descubren aspectos de nuestra personalidad que quizás no conocíamos. Son el resultado de aspectos inconscientes de nosotros mismos.

No debemos esperar que, ante el mismo hecho, dos personas sientan de la misma manera. Una muerte de un padre no afecta igual a dos hermanos, ni la ruptura de una pareja produce la misma emoción en ambos miembros.

Solemos pensar que todo el mundo debería sentir como nosotros, y eso es una gran fuente de conflictos: «a mi pareja debería gustarle lo que me gusta a mi y enfadarle lo que me enfada a mi«, «mi hijo debería darle vergüenza lo mismo que me la da a mi«,  «mi amigo se enfadará si yo le hago lo que él me ha hecho«.

En realidad, las emociones conectan a cada persona con su propia visión del mundo, con aspectos conscientes e inconscientes que son particulares (subjetividad emocional). Las causas que provocan emociones son personales para cada sujeto, no responden a un patrón objetivo, y son valiosas e importantes para las personas en la medida en que conectan con sus propias valoraciones y expectativas.