Coherencia y trabajo

El curso de formación ya estaba preparado. Julia daría la parte teórica y Andrés la práctica porque así lo había decidido su jefa. Ella se moría por hacer lo que le había tocado a su compañero, pero aparentemente aceptó la decisión. La primera intervención era la de Julia, y cuando tuvo delante a aquellas personas, no sabe cómo, empezó a hablar de lo que ella realmente quería, en lugar de contar la teoría. Al terminar, Julia tenía sentimientos encontrados. Por un lado se sentía orgullosa de cómo había ido la clase, pero por otro, empezó a sentirse muy culpable.

Sabía que tenía que contárselo a su jefa. Cuando habló con ella se justificó diciéndole que enseguida descubrió que los asistentes deseaban contar sus experiencias en lugar de escuchar un discurso, y que por eso no fue capaz de reconducir la situación.

¿Qué le sucedió realmente a Julia? Pues que en el fondo de su corazón no estaba de acuerdo en contar la teoría. Sentía una enorme contradicción entre lo que quería y lo que tenía que hacer. Por eso habló en su sesión de lo que, en su opinión, era realmente importante. Cuando Julia explica que no fue capaz de reconducir la situación, en realidad lo que está diciendo es que no pudo llevarse la contraria a sí misma, a pesar de que sabía que esto tendría consecuencias (casi la despiden).

¿Qué hubieras hecho tú?

La incoherencia en el entorno laboral, cuando se mantiene en el tiempo, es causa de diversos problemas físicos (migrañas, úlceras, dolores de cabeza, problemas en la piel…) y psicológicos (ansiedad, estrés, fobia, pánico escénico, manía persecutoria…). Pero sobre todo es un billete seguro a la pérdida de integridad personal y de autoestima.

Si continuamente te ves obligado a hacer lo que no quieres, si lo que haces te disgusta o ya no te interesa, en definitiva, si sientes que te estás traicionando día a día, plantéate si estás donde tienes que estar, porque quizás ha llegado el momento de hacer un cambio. Mira a ver cuál es realmente tu responsabilidad, si la de aguantar sin escucharte, o la de reconocer lo que te sucede y ver qué puedes hacer.

Tú decides. No olvides que si renuncias a tu sentimiento de plenitud y de respeto hacia ti mismo, te estás jugando tu salud física y emocional.