Resolución de conflictos en el trabajo

En la sucursal principal de una importante entidad financiera el puesto de interventor queda vacante, y para cubrirlo durante un período aproximado de un año, se le ofrece en funciones a uno de los compañeros de dicha sucursal.

Elena, que hasta ahora es administrativa, acepta el nuevo cargo y asume todas las responsabilidades. Pero sucede que a los cuatro meses, bastante antes de lo previsto, se cubre la vacante del interventor.

Todos esperan que Elena ahora pase a ser su ayudante, pero el interventor en menos de una semana comunica al director que no quiere a Elena ni como ayudante ni en su equipo, alegando que en este tiempo su trabajo ha sido deficiente.

El director accede a la petición del nuevo interventor y le comunica a Elena que queda desubicada hasta nueva orden, aún sospechando que su opinión acerca del trabajo de Elena no es totalmente objetiva.

Ángela, responsable de grandes cuentas, que es testigo de toda esta situación y conoce de un trabajo anterior a Elena, se siente incómoda viéndola todos los días en una mesa mirando a la pared y sin trabajo, por lo que pasados un par de meses decide hablar con el director para ofrecerle a Elena un puesto en su equipo.

Pero cuando Ángela llama a su despacho a Elena para comunicarle su oferta, se lleva una enorme sorpresa. Elena reacciona con altivez y soberbia diciéndole que ella es un administrativo y no está dispuesta a desempeñar otras funciones más allá de su cargo.

¿Cómo es posible que la reacción de Elena sea tan diferente a lo que espera Ángela? Estamos ante una misma situación interpretada desde dos ángulos muy distintos, algo que sucede muy a menudo. Y es precisamente esta interpretación diferente de los hechos lo que hace que cada una de ellas reaccione de forma inexplicable para la otra.

Por un lado Ángela actúa pensando en ofrecerle una oportunidad a Elena porque le da pena verla en esa situación, y por otro lado Elena se muere de rabia y se siente humillada.

Pero la causa del malestar de Elena no es la actuación del nuevo interventor, sino la interpretación que hace de la situación. Nadie le garantizó estar durante un año en el puesto, que el nuevo interventor se quedase con ella, ni tampoco que pudiera ascender gracias a esta suplencia. Todo esto es algo que Elena ha construido en su cabeza. Sus expectativas no se han cumplido y reacciona echándole la culpa a los demás de lo que la sucede en lugar de ser realista.

Elena debe reconocer su orgullo mal herido y admitir que rechaza la oportunidad que le ofrece Ángela porque la mueve la soberbia y los deseos de venganza.

Debe asumir su responsabilidad, y esto significa dejar de hacerse la víctima, y de refugiarse en su cargo de administrativa. Cuando Elena reconozca que lo que ha sucedido entraba dentro de lo previsto, su estado mental cambiará y estará en disposición de hacerse cargo de su propio futuro profesional sin echar balones fuera.

Cuando sucede lo que no esperamos y nuestras expectativas no se cumplen, entonces nos sentimos engañados. Pero en realidad lo que sucede tiene que ver cosas nuestras y no lo reconocemos. Sólo cuando lo hagamos seremos capaces de resolver nuestros conflictos.