Presentación

La inteligencia emocional se está configurando, en los últimos tiempos, como la disciplina de las relaciones con uno mismo y con los demás.

Daniel Goleman, el autor del best-seller Inteligencia Emocional (Goleman, 1992) expone que el coeficiente intelectual ya no basta para explicar el éxito en la vida de los profesionales; sino que son otros tipos de inteligencia a las que nos tenemos que remitir para hablar de realización personal y profesional.

Todo docente, además de ser experto en su materia, puede ser excelente en las relaciones con los demás y con uno mismo. Pero cuando de las relaciones humanas se trata, habitualmente cada individuo se maneja sin una clara conciencia de por qué hace lo que hace: ¿cómo nos sentimos cuando nos ascienden de trabajo, cuando recibimos el encargo de un nuevo proyecto?, ¿que suelo pensar cuando alguien me alaba o me critica?, ¿sé encajar un comentario «irónico» de otra persona?, ¿cómo acostumbro a reaccionar ante quien suele, en una reunión, hacerse el gracioso?, ¿es importante manejar en este tipo de circunstancias que, aparentemente no son de orden profesional, pero que afectan indefectiblemente a lo profesional?

La Inteligencia Emocional aplicada al contexto educativo sirve para aumentar el grado de motivación de las personas hacia lo que hacen. Y también para que lo que hacemos lo hagamos con sentido de absoluta conciencia. Y no sean las situaciones las que nos manejan a nosotros, sino nosotros quienes decidimos en las situaciones.