Pedacitos de presente

Regálate pequeños instantes del más absoluto presente. Cierra los ojos y deja que se extinga poco a poco el pulso de lo que tienes en la cabeza y en el corazón.

Deja de prestarle atención por un momento, mírate desde fuera y observa cómo estabas dejándote llevar por la inercia de lo que tienes que hacer, lo que tiene que ser, lo que piensas y lo que eres.

Cierra los ojos y no juzgues tus sensaciones, ni te escuches. Haz lo contrario de lo que siempre haces. Detente.

Y desde este lugar de no censura empieza a imaginar cómo te sentirías si no tuvieras pasado, si ahora mismo fuera el primer instante consciente de tu existencia. Imagina tu vida como una línea en la que marcas un punto de inicio y descartas el tramo anterior porque no te sirve para tu propósito de ahora.

¿Qué sensaciones desaparecerían si intentaras hacer esto?

Quizás sientas una inmensa ligereza porque te has deshecho de esa sensación de que todo va a ser igual que fue, de que la historia se repite una y otra vez. Quizás ya no encuentres ese resentimiento que ennegrece cualquier asomo de felicidad. Quizás notes cómo aflora la ilusión al irse esa rabia que nunca conseguías traspasar. Y quizás todas estas sensaciones juntas te hagan sentir un enorme alivio hasta ahora desconocido y pienses: ¿así de fácil era deshacerse del pasado? Pero no te engañes, esto de momento no es más que una ilusión, una diminuta muestra de lo que podría ser tu vida desprovista de la carga de tus creencias y del dolor de experiencias anteriores.

Avanza un poco más y atrévete ahora con el futuro. Comienza por rechazar todo intento de prolongar este estado y enfréntate al miedo de perderle. Quédate con lo que tienes ahora sin más. Observa tus deseos de que las cosas en adelante sean diferentes y renuncia rápidamente a esta idea. Imagina que no hubiera un instante futuro y que sólo tienes lo de ahora. Entonces, ¿para qué querer atrapar nada?, ¿para qué tener que renunciar rápidamente a lo de ahora pensando alcanzar algo mejor?

Traza otro punto en la línea de tu vida y corta el trozo que va más allá de donde ahora mismo estás. Mantente en esta sensación de disponer sólo del trocito del presente y ábrete a lo que te llega de este momento. Deja que te acompañe la ilusión de haberte deshecho del resto, disfruta de esta ligereza, de esta falta de obligación para que nada, ni lo que fue ni lo que vendrá, cumplan con ningún patrón, ni sean de ningún modo.

Siente, solamente siente. Pero hazlo sin intentar que este instante sea más intenso de lo que es. No fuerces las cosas porque romperás lo que ahora tienes. Si te aferras a la belleza de este instante se desvanecerá tan deprisa como el polvillo de las alas de las mariposas cuando las cazas intentando retener contigo su belleza más tiempo del que ellas te ofrecen volando ante tus ojos.

Lo que si puedes hacer es regalarte pedacitos de presente cada vez más a menudo, y quizás cuanto más lo hagas, más fácil te resulte desapegarte del pasado y renunciar a hacer planes para el futuro. Son viajes de retorno a la ingenuidad, a esa ignorancia que teníamos de pequeños cuando creíamos que el tiempo no existía y todo lo que había era lo que nos estaba sucediendo en ese momento.

¿No te parece que regalarte estos instantes de realidad puede ser un buen modo de aprender a vivir en el presente?