¿Hasta dónde estás de tu hijo adolescente?

¿Tu hijo empieza a revelarse?, ¿te contesta de malos modos?, ¿ se está convirtiendo en un tirano?, ¿empiezas a temer sus reacciones agresivas, despóticas o de desprecio?. Un caso sencillo, que a primera vista no parece grave:

Los padres de Paula están separados, y cuando ella regresa a casa de su madre después de pasar unos días de vacaciones con su padre, viene cansada y decide darse una ducha. Entonces se da cuenta de que aún su madre no ha repuesto el champú que se acabó antes de irse. Rápidamente se dirige a María, su madre, en tono de reproche, como si ésta tuviera la obligación de haber comprado lo que su hija necesitaba para que se lo encontrara a su vuelta.

En realidad esto hubiera sido lo normal porque María siempre está pendiente de todo lo de su hija. Se anticipa a cualquier cosa que pueda necesitar y se encarga de tener todo dispuesto para ella como si fuera su mayordomo. Pero esta vez se le pasó por alto comprar el champú.

Dispuesta como de costumbre a complacer a su hija, María resuelve irse a la compra inmediatamente. Pero antes pregunta a su hija:

María: ¿Qué tipo de champú quieres?
Paula: No sé si vas a acertar con lo que quiero.
María: De verdad que no me equivoco, tú dime la marca y yo te lo traigo bien.
Paula: Es que no me fío de ti.

Este diálogo es habitual entre ellas. María, solícita le ofrece todo a su hija y en cambio Paula se muestra cada vez más exigente y desconfiada. En este caso, Paula argumenta a su madre que muchas veces se equivoca en los productos que compra porque no tiene paciencia para leer las etiquetas. Pero aún así, algo no funciona en esta relación entre madre e hija.

Situaciones cotidianas como esta revelan muchas cosas:

  • María sirve a su hija continuamente.
  • Paula cada vez es más exigente y asume que su madre tiene que servirla como si fuera su esclava. No está aprendiendo a ser responsable ni a ponerse en el lugar de su madre.
  • María cada vez eleva más el listón para mantener contenta a su hija. Siente inseguridad en sí misma y miedo.

Detrás de la tiranía de un hijo siempre hay un padre o una madre complaciente en exceso que además no se valora. Se vende a cambio del cariño y la aceptación que necesita recibir desesperadamente de su hij@.Cuando los padres sentimos esta necesidad tan acuciante es porque en algún momento hemos dejado de ser seres humanos autónomos. Ya no existimos para nosotros. Perdimos nuestra identidad mientras nos desvivíamos por ser buenos padres, y pensamos que si nuestro hijo adolescente nos rechaza, nos extinguiremos sin remedio, nos diluiremos como el azúcar en el café. Este temor, la mayoría de las veces inconsciente, nos impide dos cosas:

  • Seguir siendo personas más allá de la paternidad, valorándonos y respetándonos en nuestra propia condición de seres humanos.
  • Reconocer el mensaje oculto de nuestros hijos adolescentes.

¿Qué podemos hacer para recuperar nuestra identidad cuanto antes?

  • Darnos cuenta qué sentimos que perdemos si nuestro hij@ deja de aceptarnos, de querernos como cuando era pequeño…
  • Hacer un plan para mejorar nuestra autonomía emocional de cara al futuro.

¿Qué podemos hacer para comprender a nuestro hij@ adolescente?

  • Observar que está construyendo su propia identidad como parte de su desarrollo natural, y muchas veces lo hará a nuestra costa: poniéndose en nuestra contra y “rechazándonos”.
  • No entrar al trapo de sus ataques, recordando que está en nuestra mano no convertirnos en su víctima, y que en realidad si lo hacemos, debemos revisar nuestra propia confianza en nosotros.