Depresión y anestesia emocional

Mónica lleva más de diez años tomando pastillas para la depresión. Siempre le costó enfrentarse a los problemas (tendencia natural o forma de ser) y cuando su marido perdió el trabajo y empezó a trabajar en un bar, ella se encontró en casa sola muchas horas y los fines de semana sin saber qué hacer. Comenzó teniendo mucha ansiedad, ganas de llorar y pensamientos repetitivos acerca de la muerte y de lo absurdo de sus vidas.

Mónica y su marido se asustaron y fueron al médico. Después de un par de visitas con el psicólogo de la seguridad social, vio que no resolvía nada y empezó a tomar las pastillas que el psiquiatra le mandó. Saber los motivos de su miedo y su ansiedad no le sirvieron de nada y sólo se tranquilizó cuando las pastillas empezaron a hacerle efecto.

Ha intentado varias veces bajar la dosis, pero se siente incapaz porque en cuanto comienza a sentirse más inquieta y a pensar cosas “raras”, de nuevo se asusta. Cada vez está más convencida que no puede hacer otra cosa y rehúye cualquier situación de la vida que la intranquilice. Mónica, como muchas otras personas que no han recibido la ayuda adecuada, vive anestesiada, y lo peor es que cree que no puede hacer nada mejor que ver cómo su propia vida le pasa por delante, anhelando que nada suceda y la perturbe.

De acuerdo que la ansiedad, el miedo, el pensar en la muerte, etc., no son emociones que nos agraden a ninguno, pero huyendo de ellas cada vez nos asustarán más.  Nadie nos enseña a sentirlas y observar que están ahí  y se van. Nadie nos dice que no hacer nada por quitárnoslas es lo mejor que podemos hacer.

Verlas como algo que nos sucede en un momento determinado de nuestra vida sin que por eso se vayan a quedar para siempre con nosotros, es el primer pensamiento que puede ayudarnos. Familiarizarnos con estas sensaciones emocionales y físicas, hasta perder el miedo a sentirlas. Pero hacer esto resulta muy difícil sin la ayuda adecuada. No busques un terapeuta que te consuele, busca a alguien que te ayude a entender que todo este proceso de angustia forma parte de ti, y que puedes aprender mucho acerca de ti mientras lo vives.

No dejes tu medicación sin más, pero convéncete que cuentas con suficientes recursos como para no tener que vivir de por vida anestesiado. Tu sabiduría natural, tu deseo de vivir y tu energía, están ahí, lo que sucede es que no sabes cómo recuperarlos.  Busca a alguien que te muestre otras alternativas y te ayude a ver qué es eso que en realidad te asusta tanto. Porque lo que te ha bloqueado no es tu ansiedad, sino el no haber encontrado dentro de ti una manera de enfrentarte a ella.

Ponte a ello: resuelve, siente a pesar de tu miedo, y despierta a la vida.