Amor en pareja: la tapadera de la relación

Después de más de diez años, Sandra le pone los cuernos a Felipe, su pareja, y se lo calla. Se sintió muy deseada y poderosa cuando su jefe se fijó en ella, y no se lo pensó. Sabía que la cosa no podía durar mucho, por eso se contó a sí misma la historia de que sólo habría sexo entre ellos, pero lo cierto es que cuando él la dejo, Sandra se sintió abandonada. Un año después, Felipe le cuenta que ha conocido a una chica y que no han tenido sexo, pero que la tiene en su cabeza y no sabe a cual de las dos quiere.

Felipe le propone que sigan juntos mientras él deja de hablar con la otra y se toma su tiempo para decidir con cual de ellas se queda. Sandra se enfurece, le amenaza, le llena de reproches, le cuenta lo suyo con su jefe, se muere de celos, dice que odia a la otra, se va de casa… pero regresa a la primera llamada de él.

Sin embargo, Sandra repite que no puede dejar a Felipe porque le quiere, y se machaca pensando que en los últimos años la culpa de que la relación se enfriase ha sido suya por no dar a Felipe lo que necesitaba (cariño, alegría, etc…). Felipe también le dice que la quiere aunque está indeciso, pero no quiere hablar con ella, y sólo la busca para tener sexo. Entonces ella “piensa” que es cierto que la quiere, cuando en el fondo sabe que él la está manipulando.

¿Cuántas mentiras más necesitarán contarse a sí mismos antes de aceptar la realidad de su relación?, ¿cuánto tiempo más necesitarán de reproches y amenazas antes de reconocer que ya no hay amor entre ellos sino una enorme dependencia?

La verdad es que:

  • Sandra no se valora como mujer si un hombre no la desea. No existe como persona, ni hace nada por ella si no es en pareja.
  • Felipe no está dudando a quien quiere, sino que se está asegurando no quedarse sin ninguna. Su amor en realidad se llama “no quiero quedarme sólo”.
  • El odio de Sandra hacia la otra viene de su necesidad de compararse con las demás mujeres para sentirse más (guapa, lista, culta… lo que sea) porque sólo se siente poderosa cuando se siente superior. En el fondo Sandra no se gusta, ni se acepta, quiere ser lo que no es, y por eso busca continuamente la comparación.
  • Sandra culpa a la otra de tentar a Felipe y destruir su relación, porque esto le duele menos que reconocer que los intentos de la otra no hubieran hecho dudar a Felipe si él no hubiera tenido ya la duda dentro.
  • Felipe no quiere hablar del tema con Sandra para no asumir ninguna responsabilidad ni llegar a ningún compromiso con ella.
  • Sandra se deja manipular por Felipe intentando convencerse de que lo suyo es un juego de erotismo, porque mientras, no tiene que decidir dejarle y quedarse sola, ni corre el riesgo de que él la deje.

Ambos temen lo mismo: quedarse solos. Y en nombre del amor y de ideas como “tenemos que luchar por esta relación”, esconden su dependencia emocional y su incapacidad para asumir la responsabilidad de sus propias vidas como seres independientes y enteros, estén o no en pareja. Se tapan los ojos, pero, ¿por cuánto tiempo?. Continuarán maltratándose emocionalmente hasta que una situación límite decida por ellos, o bien hasta que alguno despierte y reconozca que lo que les mantiene juntos es el miedo de ambos a comprobar que no se sienten completos sin una pareja (dependencia).

Vivir en pareja sin amor es igual de lícito que hacerlo enamorados. La cuestión está en reconocer lo que realmente te une a la otra persona, y en que cada uno conozca los motivos del otro y desde ahí decida libremente permanecer a su lado. Hablamos de una unión de personas comprometidas, estén o no enamoradas.